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25 de novembro de 2017

Japão e o neoliberalismo

Hace unos días se emitía este interesante reportaje sobre la realidad social y laboral de Japón. Elevados índices de suicidio, alarmante aislamiento social, jornadas laborales alienantes… fueron parte de las temáticas abordadas para retratar la actualidad de la tercera economía mundial.

La repercusión de este reportaje en España apenas tuvo ni tendrá relevancia, sobre todo al compararlo con la magnitud que alcanzan  otros asuntos mediáticos, y, como era de esperar, ni un solo partidario del liberalismo económico ha alzado en esta ocasión la voz para denunciar la grave situación de una sociedad extranjera que se muere, literalmente, por exceso de trabajo –desde hace más de 30 años existe incluso un término, “karoshi”, para vincular jurídicamente suicidios y ataques cardiacos o derrames cerebrales con excesos de horas trabajadas al efecto de que las familias de los damnificados puedan reclamar indemnizaciones estatales o empresariales-.
Llama mucho la atención, por lo tanto, que quienes tanto dicen defender las libertades no solo en España sino también en cualquier parte, que siempre es, sin embargo, muy específica, de los denominados confines del mundo, Venezuela, Corea del Norte, etc… no reparen ahora en denunciar la angustiosa vida que la radicalidad del capitalismo japonés depara a sus salarymen.
No hay intervenciones ni comisiones en el Congreso para debatirlo, no hay declaraciones, ni frecuentes ni recurrentes, en los medios de comunicación, tampoco mensajes en redes sociales movilizando a los simpatizantes de ese hippismo liberal disfrazado con piel de cordero, mucho menos entrevistas o audiencias con líderes de la sociedad japonesa para criticar un modelo capaz de llevar hasta la desesperación más fatal a una parte, por lo visto, totalmente desdeñable para los “modernos” valores europeos, de los compatriotas de Japón.
Resulta que “cambiar” en este caso no produce ninguna rentabilidad económica y empresarial. Que Japón no es país para liberales simpáticos. Y lo único que ha habido es silencio. Mucho silencio.

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