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5 de fevereiro de 2019

O Ultimato da Vergonha


Nombrar mal las cosas es sumar desgracia al mundo”. Adaptemos al contexto de Venezuela esta frase atribuida a Albert Camus. Da algo así como “reconocer a un presidente paralelo para servir los intereses de otras potencias”. Parece que no ha habido suficientes guerras y refugiados. Efectivamente, ¿quién autorizó a Francia o España a nombrar a Guaidó como presidente de Venezuela, si no otro que el controvertido presidente de Estados Unidos, Donald Trump?

Al reconocer a Guaidó como presidente interino de Venezuela, el ministro de Relaciones Exteriores francés Jean-Yves Le Drian, está siguiendo la misma política exterior de interferencia que ya ha dado excelentes resultados en Libia o Siria, como cualquiera puede constatarlo. ¿No ha habido ya suficientes guerras y refugiados? Tomemos el ejemplo de Honduras. Edwin Espinal, ¿ese nombre les dice algo? Este joven activista hondureño acaba de cumplir un año en la cárcel en las condiciones inhumanas del régimen de Juan Orlando Hernández. Su delito es haber denunciado el fraude electorala finales de 2018. Hace diez años, Estados Unidos desempeñó un papel decisivo en el golpe contra Mel Zelaya, y desde entonces, la situación en este país no ha dejado de empeorar. Durante meses, miles de hondureños han estado huyendo de este país, pero como alberga una importante base militar de Estados Unidos, se le llama democracia.

Dirigentes como Emmanuel Macron y Pedro Sánchez se han inclinado vergonzosamente ante Trump e insultaron la soberanía nacional de los pueblos francés y español al anunciar que reconocerán a Guaidó después de que finalice el plazo de ocho días que le dieron al presidente Maduro. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Estados Unidos ha subvertido los principios de Naciones Unidas al introducir la noción del “derecho a proteger”, es decir, a legitimar la injerencia con el pretexto de que un gobierno atacaría a su propio pueblo. La fórmula no es infalible, pero ha funcionado varias veces.
Durante la manifestación del sábado 2 de febrero, Guaido anunció que la “ayuda humanitaria” pronto llegaría por Cucuta, la ciudad colombiana en la frontera con Venezuela, conocida como el lugar de paso de todo tipo de tráfico, con el presencia de paramilitares. El objetivo de Estados Unidos es utilizar a Colombia, o incluso a Brasil, para reproducir el patrón de “corredores humanitarios” que se puso en marcha en el conflicto en Siria. Y, con el pretexto de obtener ayuda, contrabandear armas e infiltrar a mercenarios. Poco después de esta movilización, el asesor de John Bolton llamó al alto mando del ejército venezolano para llevar a cabo un golpe de estado. A Estados Unidos les gustaría intervenir sin que se vea demasiado, ahí es donde los vasallos pueden servir.

Mientras tanto, en la avenida Bolívar, una marcha masiva del chavismo contra el intervencionismo y en defensa del legado de 20 años de la Revolución Bolivariana con la Quinta República en Venezuela. Al mismo tiempo, como se pudo constatar, había una perfecta calma en las calles de Francia, y los chalecos amarillos ya se aburrieron del frío del invierno y el trato exquisito de la policía. Circulen, no hay nada que ver. La crisis solo está en Venezuela. Y si la realidad no se corresponde con la información, entonces basta con avivar las brasas desde el exterior. El vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, sabe mucho de eso. Repitió que todas las opciones estaban sobre la mesa, a saber, bombardear y destruir un país entero como lo habían hecho en Irak, porque “no es el momento para el diálogo, sino para la acción” … ¿Cómo dice usted ? ¿Que decenas de miles de personas en Francia se manifestaron en la calle contra la represión, porque ya no apoyan a Macron después de solo un año y medio en el gobierno? Boludeces.
No es necesario ser periodista o un intelectual sesudo para comprender que Venezuela es ahora el escenario en el que se juega el futuro de la humanidad. O un mundo en el que reine el caos imperial, o un mundo con un equilibrio multipolar que respete el orden de Naciones Unidas.

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