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13 de junho de 2012

Uma opinião sobre Espanha. Sobre a Itália segue dentro de momentos...


Rescate: se consuma el engaño

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JUAN TORRES LÓPEZMADRID10/06/2012 13:21 Actualizado: 10/06/2012 21:14

Primero los gobiernos les crearon las condiciones para que financiaran una

burbuja de crédito sin precedentes y con la que han ganado docenas de miles de

millones de euros. Dictaron leyes de suelo para que los promotores les pidieran

préstamos que financiaran construcciones en todas las esquinas de España, que

irían quedándose vacías y sin vender cada vez en mayor número. Aumentaron

las facilidades fiscales para promover las ventas y desincentivaron el alquiler y el

consumo colectivo de servicios de ocio o residencia.

Solo de 2000 a 2007, los bancos multiplicaron el crédito total destinado a la

actividad productiva por 3,1, el dirigido a la industria por 1,8, el de la construcción

por 3,6 y por 9 el dirigido a la actividad inmobiliaria. Y eso que cada vez disponían

de menos depósitos para generarlo: en 2000 la banca española recibía 1,43 euros

en depósitos por cada euro que concedía a crédito, mientras que en 2007 solo

0,76 euros.

No contentos con los beneficios que les daba el negocio inmobiliario que

condenaba al monocultivo a la economía nacional, impusieron políticas de bajos

ingresos y recortes salariales para que las familias y pequeños empresarios

vivieran en el filo de la navaja y tuvieran que endeudarse hasta las cejas.

Pero no contentos con obtener beneficios normales, los bancos utilizaron a sus

tasadores para aumentar artificialmente los activos sobre los cuales iban a dar

créditos, para así generar más deuda y cobrar comisiones más suculentas y

recurrieron a todo tipo de prácticas comerciales predatorias para fomentar el

consumo: manejaban a su antojo los índices de referencia, incluían la abusiva

cláusula que autoriza al banco a vender el piso en subasta notarial si se produce

el impago de la deuda, reclamaban importes elevadísimos por cuentas que

creían canceladas, cobraban comisiones leoninas (más que en cualquier otro

lugar de Europa) por cualquier cosa, giraban una y otra vez un recibo inatendido

por el cliente generando múltiples gastos de reclamación por una misma deuda,

embargaban saldos en cuentas corrientes sin respetar lo establecido en la ley...

hasta cuatro folios me ocupa el listado de malas prácticas que han recopilado

las asociaciones de usuarios, es imposible consignarlas todas aquí. Y eso, por

no hablar de las estafas estrella, que han podido suponer un auténtico robo de

entre 12.000 y 15.000 millones de euros, si no más, mediante las participaciones

preferentes, las cláusulas suelo, etc.

Mientras sucedía todo esto, las autoridades dejaron hacer, consintieron las

tropelías bancarias y permitieron que se inflase la burbuja sin cesar, haciendo

oídos sordos a todas las advertencias.

El actual Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, decía en 2003: "no existe

una 'burbuja inmobiliaria' (...) el concepto de burbuja inmobiliaria es una

especulación de la oposición que habla insensatamente de la economía de ladrillo

y olvida que la construcción es un sector fundamental para la economía del país

y en el que trabajan cerca de un millón de personas" (El Mundo 2 de octubre de

2003). Y el más tarde Ministro de Economía, Pedro Solbes, afirmaría que quienes

auguraban el riesgo de recesión por esa causa "no saben nada de economía" (El

País, 11 de febrero de 2008).

Los dirigentes de uno y otro partido negaban lo que hiciera falta, por muy evidente

que fuese para el resto de los españoles, con tal de dejar que los banqueros y los

grandes empresarios de la construcción literalmente se forraran a costa de todos

los españoles.

El gobernador del Banco de España que había colocado el PP, Caruana, se

pasaba por el arco del triunfo la denuncia de sus inspectores que en 2006 le

señalaban formalmente que no se hacía nada frente a un endeudamiento creciente

y muy peligroso de la banca española. Pero eso sí, no había declaración suya

o más tarde de su sucesor, el socialista Férnandez, en la que no reclamasen

moderación salarial y recortes de gasto social.

Pero gracias a todo ello, los bancos españoles se convirtieron en los más rentables

del universo, justo, eso sí, en la misma medida en que situaban a nuestra

economía entre las más vulnerables.

Cuando estalló la burbuja y ya no se iba a poder disimular lo que había pasado,

el inmenso negocio que los bancos habían hecho a costa de la deuda, todos

consintieron en disimular.

Permitieron que los bancos declarasen en balance los activos dañados a precios

de adquisición siendo cómplices así de un engaño descomunal que hirió de

muerte la credibilidad de nuestra economía porque, por mucho que Zapatero

dijese en septiembre de 2008 -como le dictaban Botín y compañía- que el sistema

financiero español era "el más sólido del mundo", los inversores y prestamistas

internacionales sabían lo que de verdad había hecho la banca española.

Los dos grandes partidos, a los que se suman los de los nacionalistas de derechas

de Cataluña y el País Vasco, colocaron en las cajas de ahorros a sus amigos y

militantes y crearon una red de oligarquías provinciales que alentó la especulación,

extendió la corrupción y que comenzó a llevar al desastre a la gran mayoría de las

entidades, al convertirlas en clones de los bancos privados, sin tener capacidad

real ni naturaleza legal para serlo.

Y para facilitar la recuperación de los bancos mas grandes y dejarles a ellos

todo el mercado consensuaron la ley de cajas que las llevaba a su bancarización

forzada, para provocar cuanto antes su caída y el reforzamiento por esa vía de los

bancos más grandes.

Claro que, a cambio, esos mismos partidos han recibido cientos de millones

de préstamos para ir ganando las elecciones, ahora uno luego otro, que no

devuelven, y han podido colocar en sus consejos de administración, o en los de

empresas participadas, a docenas de ex dirigentes o socios.

Luego, cuando el sistema saltaba por los aires porque a los alemanes les

consumía el ansia de cobrar los préstamos que con la misma compulsión habían

dado a los bancos españoles, todos se concitaron para negar que iban a pedir un

rescate. Diez días hace que lo negaba rotundo el presidente Rajoy: "no va a haber

ningún rescate de la banca española" (EFE 28 de mayo).

Y cuando lo han pedido, niegan lo que efectivamente han pedido: 100.000 millones

de euros para entregar a la banca y que vamos a pagar todos los españoles.

Niegan que vaya a tener efecto sobre el déficit y la prima de riesgo, cuando será

el Estado quien tenga que devolverlo (¿cómo lo harían unas entidades que se

capitalizan precisamente porque no tienen dinero?) y tratan de hacer creer que es

algo positivo y una ayuda generosa: "Las noticias que traemos hoy son positivas",

dijo el Ministro de Guindos cuando empezaba la rueda de prensa que dio ayer para

anunciar el rescate.

Nos han engañado a todos cuando dicen que van a rescatar a España cuando lo

que van a hacer es hundirla para años. Nos han engañado los bancos, nos han

engañado los gobiernos del PSOE y del PP. Nos han engañado los dirigentes

europeos que están borrachos de ideología neoliberal y no se dan cuenta de que

las medidas que toman llevan al desastre a los países que las aplican (¿o acaso

es que está mejor la economía de Portugal, por no hablar de los ciudadanos

portugueses, desde que fue "rescatada"?). Nos ha engañado el Fondo Monetario

que se ha sacado de la manga un informe deprisa y corriendo solo para justificar la

decisión ya tomada y en el que cifra las necesidades de financiación de la banca

española en una horquilla que sitúa, nada más y nada menos, que entre 45.000

millones y 119.000 millones de euro. ¿En qué quedamos?

Y nos engañarán esta tarde el presidente Rajoy y el Príncipe Felipe si es que

definitivamente se han ido a ver el partido de fútbol cuando griten ¡España,

España!, porque lo que están demostrando es lo contrario: España, los

españoles de abajo, les importamos un pepino. Ellos y el resto de los políticos

que han permitido lo que acabo de señalar, junto a los banqueros y los grandes

beneficiarios de la burbuja y de la crisis, que tendrían que vivir 500 años más

para disfrutar de todo lo que han ganado a costa de los españoles, son los

responsables de este engaño descomunal. Hay que pedirles cuentas a todos y

echarlos para siempre.

Juan Torres López, Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de

Sevilla

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