...Por eso intervino el imperialismo desde el inicio ya que en palabras de Eduardo Galeano "lo que les molesta de Cuba no son los errores de la revolución que los hubo y los hay. Lo que realmente no pueden soportar es que un país pobre y chiquito no se doblegue ante el imperio"
Os efectos del acoso norteamericano -agudizado tras La Ley Helms Burton de 1996 y rematado por la entrada en vigor de su capítulo III en 2019 y el despliegue de medidas de Trump- han sido devastadores y no han permitido a la isla modificar sustantivamente su posición en la división internacional del trabajo -sea con el monocultivo exportador de azúcar, sea con su conversión en una gran plataforma turística-. Lo que unido a la dependencia energética y alimentaria del exterior y a pesar de los avances en enseñanza y salud y en la biomedicina puntera y formación de profesionales de la misma, ha provocado que las condiciones de vida de la población en 2021 –que nadie se tape los ojos- estén presididas, particularmente tras la dolarización de muchas transacciones ante la necesidad de divisas mediante el mecanismo MLC (Moneda Libremente Convertible), por mayor escasez y también desigualdad en el seno de la sociedad en relación con el acceso a bienes y servicios, todo ello agravado por la inflación derivada de una cadena de decisiones erróneas.
Ello incide en una población, la cubana, en la que 3 millones de personas cobran el estado en pesos y otros 3 millones largos viven de la economía más o menos informal y donde existe una capa de unos cientos de miles de personas que de forma limitada tienen negocios privados. La pandemia -que incidió en la salud pública pese a los avances y esfuerzos realizados y en el descenso del PIB-, el corte del flujo de entradas de divisas mediante las remesas familiares y la crisis del turismo, junto al déficit de crudo venezolano y el regreso de muchos de los profesionales de la sanidad que trabajaban en terceros países han agravado la situación.
El imperialismo perdió varias batallas, pero puede ganar la guerra socavando las bases materiales que aseguran los avances revolucionarios y la creación de una nueva institucionalidad democrática socialista. Es evidente y sería ingenuo esperar que el imperialismo facilite el desarrollo económico de un país disidente. La internacionalización de la revolución no es un capricho ideológico, sino una necesidad práctica para la supervivencia a largo plazo de un país poscapitalista.
No es la primera vez que el imperialismo intenta ahogar los procesos emancipadores. Viene intentándolo desde 1917 y hemos visto los efectos tóxicos que tuvo el esfuerzo militar al que obligó a la revolución sandinista para hacer frente a la contra -drenando los recursos para satisfacer las necesidades de la población- cuyo resultado es el fracaso del proyecto revolucionario y la entronización de los sátrapas Ortega-Murillo. El imperialismo no duda -con Biden incumpliendo sus promesas electorales- en crear una crisis humanitaria para socavar las expectativas populares en Cuba y cercenar la capacidad de maniobra del gobierno. En ese marco es más que lógico que haya descontento popular, particularmente en los sectores más empobrecidos. Lenin en circunstancias extremas afirmó que el peor error que podían cometer los bolcheviques era no tener en cuenta la realidad de las masas en la propia Rusia de los soviets.
Resetear el internacionalismo
Por ello es tan importante desarrollar una actividad solidaria antiimperialista desde los pueblos -especialmente sus clases trabajadoras- y también desde los gobiernos que se consideran así mismos progresistas o simplemente democráticos para condenar y pedir el cese del bloqueo ilegal e inhumano al que se somete al pueblo cubano, exigiendo que Biden saque a Cuba de la lista de los países que amparan y favorecen al terrorismo aliviando la situación económica del país. Pero también, y ello es esencial, ayudar desde la solidaridad internacionalista a paliar la situación de desabastecimiento que sufre la isla reactivando campañas de recogida y envió de materiales básicos a la isla. De ahí que no se pueda entender por qué no actúan con hechos los López Obrador o Alberto Fernández cuyos recursos no son ilimitados, pero desde luego suficientes para realizar ayudas efectivas. Tampoco es de recibo que los partidos de izquierda, los sindicatos y las organizaciones sociales de todo el mundo, especialmente de los países de la OCDE, no efectúen actividades de incitación y canalización de ayudas populares.(...)
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