Reclamar democracia cuando se tiene por compañeros de viaje a quienes atentan contra ella y de manera visible ensalzan la dictadura franquista nunca es buena señal. Hacen que cualquier demanda democrática que se realice se ponga en duda, se cuestione cuál es la meta que se persigue. Eso es, precisamente, lo que le ha sucedido a la disidencia cubana en Madrid, que abraza encantada a los líderes de PP y Vox.
Salir a la calle y manifestarse contra el castrismo es legítimo, aquí y en Cuba. Ni siquiera entraré en otro tipo de consideraciones, como la de no incluir en las protestas el bloqueo de EEUU, pero sí merece la pena echar un vistazo a los compañeros de protesta que históricamente ha elegido la disidencia cubana: la derecha. Es el caso del PP, con Pablo Casado al frente este fin de semana. Hablamos de un partido que en plena democracia española desplegó la mala llamada 'policía patriótica', esto es, una fuerza represora del Estado que trabajaba de manera encubierta e ilegal contra la misma democracia. Hablamos de un líder, como Casado, que considera que el estallido de la Guerra Civil fue culpa del gobierno democrático de la república y no del golpista y posterior dictador asesino Franco.
El partido fascista Vox es el otro gran compañero de viaje de esta disidencia cubana que, en lugar de saber elegir mejor con quién comparte pancarta, parece agradarle hacerlo con quien siente nostalgia del periodo más oscuro de la historia reciente de España, con quien despliega racismo, homofobia y no duda en escupir sartas de mentiras para tratar de imponer su discurso machista.
Ayer no se vieron escenas como las que en otras ocasiones sí hemos visto en el Orgullo LGTBI, cuando este colectivo mostró su malestar porque acudieran a la manifestación representantes de Ciudadanos, partido al que consideraban contrario al espíritu de la protesta/celebración. Todo lo contrario, ayer la disidencia cubana parecía, incluso, presumir de contar en sus filas con quienes en España han desplegado prácticas incompatibles con una democracia.
Lo importante no es protestar contra el castrismo; es sólo es parte del camino, pero no la meta. Lo realmente importante es conocer a qué destino llevan estas protestas (...)
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