Ante el asombro del mundo, el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII) suma ya a 84 países en su lista de integrantes, con lo cual desbanca rápidamente al Banco Asiático de Desarrollo. Interesada en trabajar de forma colectiva, China realizará seguramente sus proyectos de infraestructura, pero tendrá que conciliar una gran variedad de intereses para lograr sus ambiciosas iniciativas.
Los préstamos del BAII se otorgaron, en un primer momento, en pequeñas cantidades y financiaron sólo veinticinco proyectos en su arranque de operaciones. Además, el banco financió sus proyectos de infraestructura con la colaboración de instituciones financieras multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo y el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido
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Al buscar conciliar los intereses de sus miembros, la colaboración del BAII con las instituciones multilaterales se interpretó como un intento de conseguir la aprobación de todos sus miembros para sus primeros préstamos. En este contexto, el banco tiene un largo camino por recorrer en ir concretando el financiamiento de sus proyectos de infraestructura y conseguir su propia autonomía financiera. Su capacidad financiera resulta abismal, ya que podrá prestar una cantidad total de 250,000 millones de dólares.
Por el momento, el banco tiene la oportunidad de afianzar su presencia en los países del Sudeste Asiático, que sufrieron los programas del Fondo Monetario Internacional después de la crisis financiera asiática en la década de 1990. Cabe recordar que dichos programas implicaron la venta de numerosas empresas estatales, la privatización de servicios públicos y el empeoramiento de las condiciones de vida de los asiáticos, factores que ensombrecieron el esplendor de las economías asiáticas.
En contraste con las demás instituciones multilaterales, los préstamos del BAII no demandan medidas regresivas para sus miembros, de suerte que sus créditos se volvieron mucho más atractivos en el Sudeste Asiático. Los proyectos de infraestructura, que serán financiados por el banco, estarán estrechamente vinculados con la economía china, con lo cual las ganancias económicas serán considerables para los países asiáticos.
De este modo, los beneficios facilitarán, al crearse una amplia red de producción, el pago de los préstamos por parte de los países receptores en un corto período, distribuyendo así una enorme riqueza entre los habitantes de Asia. La solvencia económica de los países asiáticos hará que el banco pueda expandir su cartera de préstamos en diversas regiones subdesarrolladas, como es el caso de Asia Central y África, que se sumarían a las cadenas de valor del continente asiático.
Por otro lado, el gran reto del BAII es lograr la utilización del yuan tanto en la recepción de sus fuentes de financiamiento como en el otorgamiento de sus préstamos. Para ello, el gobierno chino necesita todavía conseguir el apoyo de los países integrantes de la organización financiera, ya que solamente diecisiete miembros pidieron la autorización de que sus instituciones financieras pudieran recibir pagos denominados en yuanes.
En este sentido, el banco recaudará por primera vez sus fondos en dólares en los mercados financieros a mediados de 2018. Con la emisión de bonos en dólares, el BAII conseguirá un financiamiento a costos reducidos por la sobreabundancia de liquidez en los mercados financieros. A través de esto, el banco comenzará a construir una sólida confianza entre la comunidad financiera internacional, al cumplir con sus primeros pagos con sus acreedores internacionales, para que pueda financiarse después por medio de yuanes.
Pero la jugada maestra del gobierno chino sería impulsar el yuan en las transacciones comerciales entre los países que integran la Ruta de la Seda, con quienes tendrá un comercio total de 2.5 billones de dólares para 2020. La explosión comercial, suscitada por los proyectos de la Ruta de la Seda, permitiría, además, la consolidación de Hong Kong como la principal plataforma financiera de Asia, donde se encuentran actualmente concentradas las transacciones mundiales en yuanes.
Ante el creciente protagonismo de la moneda china, el poderío del dólar se vería debilitado como resultado del creciente número de instituciones financieras del Primer Mundo, que opten realizar sus transacciones financieras en yuanes. Todas estas transacciones denominadas en la moneda china crearía una fuerte conexión entre los centros financieros más importantes del mundo (Londres, Frankfurt, Paris, entre otros) y Hong Kong, que sería imposible de romper incluso para Estados Unidos.
Al aceptarse el yuan como medio de pago, la inversión trasfronteriza de las empresas multinacionales chinas en la moneda china también puede ganar mucha fuerza en los países de la Ruta de la Seda, en los cuales China realizará inversiones en obras de infraestructuras. Para realizar esta labor, el gobierno chino está invirtiendo en líneas de transporte, parques industriales y vías de suministro de energía que, sin duda alguna, tienen el potencial de hacer escalar a la moneda china entre las más usadas en Asia.
El gobierno chino establecerá paralelamente un mercado de futuros de petróleo en Shanghai, en el cual los contratos se negociarán en yuanes y estarán respaldados en oro a partir de marzo de este año. Ello implicará que los productores de petróleo venderán su crudo en yuanes y convertirán, si así lo desean, sus ingresos en oro, con lo cual evitarán utilizar la divisa estadounidense y empezarán a desarticular el petrodólar apuntalada por Wall Street.
Los miembros del BAII se verán así beneficiados por el mercado de futuros de petróleo de China, ya que varios países, entre ellos Rusia, Venezuela e Irán, sortearán mejor las posibles sanciones económicas de Washington sobre sus ventas de crudo a las empresas estadounidenses. Por si fuera poco, el gigante asiático ya tiene la capacidad, al convertirse en el principal importador de petróleo, de proporcionar un mercado importante a los países petroleros, y con ello suplir la pérdida de ventas en Estados Unidos.
Por otra parte, el éxito de las operaciones del banco depende principalmente de la concreción de las grandes obras de infraestructura de la Ruta de la Seda. Al tener el banco prohibido financiar proyectos en territorios disputados por dos o más naciones, una cantidad de proyectos se encuentran detenidos o bien avanzan con lentitud a causa de los conflictos territoriales entre China y varios países que integran la organización financiera.
Como la economía india es la tercera más grande de Asia, las disputas más controvertidas son los conflictos de India en contra de los gobiernos de China y Pakistán. El gobierno indio, por ser el segundo accionista del BAII, ha podido hasta el momento retrasar la construcción de algunas rutas comerciales como el Corredor Económico China-Pakistán.
En el caso del Corredor Económico China-Pakistán, la ruta comprende la construcción de carreteras, líneas de ferrocarriles, oleoductos y gasoductos, que provocarán una modernización de la infraestructura en Pakistán. Además, la importancia geoestratégica de la ruta es fundamental para China, ya que permitirá el transporte de petróleo y gas proveniente del Medio Oriente y África, evitando pasar por el Estrecho de Malaca, donde Estados Unidos ejerce un control militar capaz de asestar un golpe letal contra la economía china
Al pasar por una parte del estado pakistaní de Kashmir, la construcción del corredor está obstaculizada por la oposición de India, que disputa vehemente dicho territorio con Pakistán. Si el gobierno de Narendra Modi se empeña, a pesar de los grandes beneficios de la ruta comercial, en boicotear el corredor entre Pakistán y China, solamente terminará por aislarse de la nueva expansión económica de Asia.
Aunque existen dificultades para realizar sus operaciones, el BAII está avanzando en la implementación de sus iniciativas haciendo que China se vuelva el motor de las economías asiáticas. Pero lo fundamental es que los proyectos del banco, comandados por el gobierno de Xi Jinping, también darán un fuerte soporte para que el resto del mundo pueda apoyar su crecimiento económico con el florecimiento de Asia.
Ulises Noyola Rodríguez
Colaborador del Centro de Investigación sobre la Globalización.
https://www.alainet.org/es/articulo/191327
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